No estoy de acuerdo con la teoría de qué el 4 % para la educación ha sido un fracaso, lo que ha sido un fracaso es que la envidia y la codicia ha sido más fuerte para algunos, que él compromiso con hacer las cosas bien y cumplir con los pactos que firmaron.
El primer cuatrienio de Danilo Medina, el crecimiento del sector educativo era un fenómeno tangible y el cual sentía en toda la sociedad. Un(a) docente pasó de trabajar tres tandas distintas en tres recintos educativos distintos a trabajar una tanda completa o jornada extendida, en un solo recinto educativo, donde además desayunaba comía y merendaba con el estudiantado, lo cual, generó menos estrés en la docencia, al igual de que jamás habían experimentado ajustes salariales tan drásticos.
El tema de la famosa “calidad” -que es un proceso lento y desigual- cuya génesis se consensuó conseguir desde una formación docente más elevada y con mejores requisitos para ser aceptado en la carrera de magisterio; sí se empezó a gestarse y ejecutarse, pero han sido las universidades quienes complicaron el asunto por no querer invertir en mejores formadores de formadores a pesar de que el Estado en el 2015 y 2016 se comprometió a poner casi la totalidad de esa inversión renovadora. Pero quien llega, parece encontrar que la “calidad” es otra cosa y se trabaja mediante costosos asesores y la elaboración de carísimos informes, para decirnos lo que ya sabemos a un costo muy elevado.
Lo más doloroso, es que dejando a un lado lo conceptual, hoy nos resulta incomprensible cómo el presidente de la República mantiene a Ángel Hernández en esa posición: un señor, que además de ya ser etiquetado como maltratador de los demás funcionarios y funcionarias del Ministerio de Educación, sobre todo, de quienes ocupan puestos por decretos del propio presidente, que cómo he dicho en otras ocasiones, para el Sr. Hernández son sugerencias, no órdenes presidenciales.
Es un desviador por excelencia de fondos a instituciones, tales como, OEI, UNICEF, EDUCA y PNUD; al parecer un mecanismo preferido por su gestión para evitar cumplir con la Ley de Compras y Contrataciones. Presumimos -muchos actores que seguimos las acciones del sector- que fue bajo este “esquema” que se pagaron los libros del famoso escándalo, que entre otras cosas, salieron con muchos errores, ya que en la ejecución presupuestaria de ese año no aparece en su portal web pago al respecto por un volumen de textos de esta magnitud en términos financieros. Solo hay que verificar lo dicho con adquisiciones anteriores. Para el Sr. Hernández, en el Minerd nunca se adquirieron libros antes de él. Cuanta actitud y soberbia de creerse el alfa y el omega de una actividad de décadas en esa institución pública y realizada por pasados(as) ministros y ministras de manera rutinaria.
Ni los dirigentes del partido de gobierno, ni el magisterio, ni la sociedad en sentido general comprende el motivo por el cual hay que tolerar semejante personaje destruyendo absolutamente todo lo que se ha logrado.
Primero, los fondos descentralizados no llegan a manos de distritos ni regionales a tiempo, dejando inoperantes a esos directores(as). Segundo, cambió el Currículo Educativo que encontró, el cual, fue producto de una extensa consulta y consenso, cuya elaboración se tardó más de seis años, por un material hecho a la carrera, incomprensible y que ha causado muchos problemas con la clase docente. Tercero, ha ralentizado a voluntad y autárquicamente los programas de mantenimiento escolar y construcción de escuelas, lo cual, ha generado que este proceso no vaya a la velocidad que técnicamente se amerita. Y lo peor de todo, es la manera turbia, arbitraria e indignante de cómo maneja el presupuesto público medalaganariamente y violando la ley de compras y contrataciones.
Pero nuestro presidente, Luis Abinader, entiende que ese es el Ministro de Educación que se merecen nuestros niños, niñas y adolescentes, lo cual, lo hace dueño de todas las frustraciones, maltrato e incomodidad que gira alrededor del señor Ministrísimo Angel Hernández, alias “el destructor escolar”.
¡Larga vida al ministrísimo!
Al flamante ministrísimo de educación que nos gastamos…
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