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La intelectualidad banileja en el siglo XXI

Ahora que los banilejos estamos sumergidos en los días finales de las celebraciones de las fiestas patronales bajo la advocación de Nuestra Señora de Regla es propicia la oportunidad para recordar la intelectualidad banileja que supo darle brillo a la cultura nacional y allende los mares. Sobresalen valiosos seres humanos que apuntalaron el parnaso dominicano con sus saberes intelectuales y los esparcieron a los pueblos vecinos como Azua, Ocoa, San Juan y San Cristóbal e influyendo en los demás vecinos para trascender los limites del valle de Peravia.

Nuestros ancestros banilejos desarrollaron una labor de formación intelectual que los llevó a conformar una biblioteca pública que se mantenía demandada por los jóvenes que buscaban todo tipo de información de los libros y colecciones que se atesoraban en esa pequeña biblioteca pueblerina bajo el cuidado de su principal protector don Heraclio Manuel Contín. Los medios modernos de comunicación prácticamente la hicieron colapsar y queda como un sueño dorado que se vivió a plenitud hasta finales del siglo XX y sostenida en los últimos años por un consagrado banilejo Fernando Herrera Cabral.

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La intelectualidad banileja ha dejado su impronta en el arte del saber dominicano e internacional y sus obras permanecen como un aporte banilejo que es una herencia para todas las generaciones pese a estar supeditado ya a lo moderno del Internet, de la inteligencia artificial y sus artilugios de asesoría y aprendizaje que le facilita a la nueva intelectualidad ilustrarse a cabalidad.

A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX la intelectualidad banileja hizo sentir su valor en el país todavía con limitados recursos. Fue un esfuerzo de hombres y mujeres que procuraban ampliar sus horizontes del saber y aportarlos a sus semejantes tanto a sus compueblanos y mas allá de los límites de su pueblo con un crisol en ebullición de los habitantes del valle que por sus raíces buscaban la forma de llegar a los demás plasmando sus ideas en volúmenes que la mayoría de las veces costaba mucho editarlos pero la constancia les llevó a que hoy muchas de esas obras están en los anaqueles de importantes bibliotecas nacionales.

La Reseña Histórica de Baní, de Joaquín Inchaustegui, es la obra cumbre de la raza banileja y recoge en sus páginas el hacer y saber de la raza encuadrada en su hábitat del valle donde pudo plasmar sus inquietudes y preocupaciones ciudadanas y en la forma como vivían sus gentes desde los agricultores hasta los más encumbrados intelectuales.

Otras valiosas contribuciones de los escritores como Héctor Inchástegui Cabral, Tomás Báez Díaz, Cesar Objío, César Herrera Cabral, Salvador Ortiz, Ismael Díaz Melo, Dagoberto Tejeda, Luis Scheker Ortiz, Jesús Báez Coste, Carmita Landestoy y una obra póstuma de publicación en este año, la de Sergio Federico Germán Medrano, son parte de los grandes aportes a la comprensión de la raza banileja y los gérmenes los llevamos en la sangre refrescada con las aguas del río Baní.

No me corresponde destacar los aportes de mis familiares mas cercanos intelectuales que todos dejaron sus valiosas huellas de su saber, aportando a la cultura banileja un imperecedero legado que perdurará por todos los siglos. Ninguno de ellos y en ningún momento reclamaron a sus coterráneos ningún reconocimiento, si no que era un aporte de las familias que le debían al valle de Peravia el orgullo de haber nacido y vivido plenamente en sus predios.

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