Por Luis Fernando Vargas-Alzate/
El Estado colombiano experimentó un cambio significativo a partir de las elecciones presidenciales de 2022, con la llegada de Gustavo Petro al poder. Un exmilitante de la otrora guerrilla del M-19 quedó a cargo de liderar las grandes transformaciones que habían sido propuestas tiempo atrás mientras avanzaba en la carrera electoral.
Una manera diferente de administrar a Colombia
En su historia política, Colombia no había tenido en la presidencia a un líder irrestrictamente adscrito a la izquierda política. Tampoco se había contado con una vicepresidenta de origen afrodescendiente. Tal situación abrió la posibilidad de entender el ejercicio político en una perspectiva diferente, alejada del tradicional manejo de las élites y con una participación política realmente amplia, más plural y profundamente diversa.
En dicho contexto, el Gobierno nacional avanzó en un proceso inusual de construcción del Plan Nacional de Desarrollo (PND), abriendo posibilidades de participación a todos los actores de la sociedad, a través de los denominados Diálogos Regionales Vinculantes, un ejercicio de interacción social que permitió entender las necesidades integrales de la nación.
Una vez construido el PND, se oficializó el discurso y se confeccionó la que algunos sectores del Gobierno defienden como política de la Paz Total. El documento la define como “la apuesta para que el centro de todas las decisiones de política pública sea la vida digna, de tal manera que los humanos y los ecosistemas sean respetados y protegidos.”
Implementación del PND
La ley de la Paz Total o Ley 2272 de 2022, ha procurado incluir una serie de reformas de alto contenido social con la aspiración de lograr cinco grandes transformaciones. Se trata del derecho humano a la alimentación de todas las personas, el ordenamiento del territorio alrededor del agua, la seguridad humana, la economía productiva para la vida y la lucha contra el cambio climático, y la convergencia regional.
El ambicioso programa ha contado ya con algunos logros, destacados incluso por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en alguno de sus más recientes reportes. Entre estas reformas destaca la tributaria inicial (2022) y la pensional, que aspira alcanzar mayor cobertura, mientras asiste a las personas mayores que por diferentes motivos no alcanzaron a obtener una pensión.
No obstante, ha habido un sinnúmero de contratiempos en la implementación del PND, ya que otras importantes reformas se han frustrado en el Legislativo, a causa de la falta de consensos y la inexperiencia política por parte de los partidos de gobierno. A ello se suman las dificultades para generar su estrategia de política exterior en beneficio del programa político interno. Es decir, hay problemas en su internacionalización.
La política exterior del PND
Transcurridos 27 meses, y a pesar de haberse definido desde el PND que Colombia adoptaría una política exterior feminista, a la fecha no están oficializadas las directrices o lineamientos. Algunas de ellas, como la Estrategia África o el liderazgo del país en materia ambiental, a propósito de haber actuado como anfitrión de la COP16 sobre biodiversidad, se han expuesto desde carteras ministeriales diferentes a la Cancillería.
No por haber liderando el encuentro del 14 de marzo de 2024, en la 68ª sesión de la Comisión para la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en la que el Estado colombiano estuvo representado por destacadas funcionarias de la Cancillería, se pueden definir las directrices de la política exterior de la administración Petro. A la fecha, solo se conoce el borrador que se ha subido a la plataforma del Departamento Nacional de Planeación, pero aún no hay política exterior oficial.
Avances y retrocesos
No obstante, se han identificado algunos avances. Por ejemplo, en el marco del multilateralismo, se ha defendido la posición del Estado colombiano frente al tema de la deuda externa y las posibilidades de lograr que algún porcentaje de la misma sea canjeable por acciones que protejan el ambiente.
Otro logro importante es el diálogo bilateral con Venezuela. Independiente de las críticas al Gobierno por su falta de decisión para rechazar el evidente fraude electoral del pasado 28 de julio, la realidad es que la recomposición de las relaciones bilaterales con el vecino país es uno de los logros más sonados de la presente administración. En materia de comercio exterior, las cifras de 2023 fueron bastante positivas para el país. Según Analdex, las exportaciones hacia el mercado venezolano se situaron por encima de los ochocientos millones de dólares. Y se proyecta que para este año la cifra pueda estar por encima de los mil millones.
Además, el Gobierno ha insistido en el llamado multilateral para enfrentar la lucha contra las drogas de manera diferente. El inconveniente es que nuevamente el país está inundado de cultivos de coca. El más reciente reporte de la oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha situado la cifra en 253.000 hectáreas, lo que constituye un nuevo récord de siembra en el país. Partiendo de esa realidad, va a resultar complejo que a Colombia sea escuchada en los diferentes espacios del multilateralismo, puesto que con esas cifras es difícil transmitir credibilidad en relación con los esfuerzos internos para superar el problema.
Otros asuntos han hecho parte de la agenda internacional del país. La guerra (un asunto adecuado para continuar ofreciendo los mensajes relativos con la Paz Total, el principal programa político del Gobierno Petro), la integración regional y el liderazgo en los asuntos de género, son algunos de ellos. Sin embargo, todavía hoy, a más de dos años de haberse instaurado en el poder, el presidente Gustavo Petro aún tiene dificultades para internacionalizar su programa insigne.
Mientras no se hagan los esfuerzos necesarios para alcanzar el acompañamiento de actores clave en el sistema internacional, no se lograrán los objetivos trazados en la política doméstica. La declaratoria oficial y la formalización de los aliados es un factor fundamental que facilita el logro de las metas propuestas. Pero hasta ahora el Gobierno se mantiene en deuda. Esto es, la Colombia de hoy carece de una estrategia de política exterior.
Luis Fernando Vargas-Alzate, PhD., Docente Universidad Eafit-Colombia. Miembro Red Colombiana de Relaciones Internacionales (RedIntercol)
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