¿Quién debe ser el candidato presidencial de la Fuerza del Pueblo? ¿Leonel u Omar Fernández? Esta pregunta ha estado de boca en boca en estos días.
Quienes siguen al expresidente argumentan que es una verdad incontrovertible que su líder y tres veces presidente de la República sigue siendo su mejor candidato.
Del otro lado, los seguidores de Omar enarbolan el discurso de la novedad, la frescura y la arrolladora victoria que obtuvo en las pasadas elecciones senatoriales.
Ignoraré el dejo a monarquía del debate, para plantear que, en todo caso y, desde mi humilde opinión, tal vez en este contexto la pregunta inicial no debería ser quién, sino para qué.
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Esto también es válido para el PLD, que tiene al menos siete personas con aspiraciones presidenciales, y para el mismo PRM, donde andan los aspirantes creciendo como la verdolaga.
Y es que si bien es cierto que el Gobierno ha estado en una mala racha —siendo el tema de los bonos navideños la más reciente de sus medidas controvertidas—, la oposición ni ha llenado el vacío ni ha sabido capitalizar el escenario. Todavía la oposición es débil y está fragmentada, lo que reduce su posibilidad de jugar su rol de contrapeso.
La oposición le ha dejado la cancha sola al Gobierno, que ha “comido con su dama” posicionando su agenda y sus temas, sin que necesariamente incluyan todas las problemáticas que aquejan a las familias dominicanas.
En parte, esto ocurre debido a una práctica errada, y lamentablemente reiterada, de concentrarse en figuras y no en programas ni causas.
Es parte de ese proceso de alejamiento de las causas e ideologías, que ha llevado a que no se observen grandes diferencias entre los principales partidos en cuanto a sus posiciones y políticas públicas.
Hoy día sobran los dirigentes, pero faltan los líderes; abundan los interesados, pero no los seguidores; existen compromisos, pero no convicciones.
Pese a esto, la oposición tiene una oportunidad de oro para configurar una agenda que aborde los principales problemas del país. Entre ellos no pueden faltar temas como la necesidad de acceso a una salud de calidad y asequible. Es imprescindible atender de una vez por todas la atención primaria en todo su esplendor y combatir el gasto de bolsillo en salud, solo por mencionar dos puntos.
Lo mismo ocurre con la calidad de la educación; con el caos en el transporte y con el tema salarial, desafíos importantes que ameritan atención urgente. La oposición debe dar respuestas y propuestas prácticas a estos temas. Ser menos reactiva y más propositiva.
Abandonar la práctica de oponerse por oponerse a todo, porque el pueblo no es tonto. Aunque constantemente subestimado, es un pueblo inteligente que siempre saca sus propias conclusiones y sabe quién tiene, y quién no tiene, razón.
La historia reciente de la República Dominicana demuestra que la gente sigue causas, no necesariamente figuras. El 4% para Educación, la protección de Los Haitises y Loma Miranda, la lucha contra la corrupción e impunidad con Marcha Verde, lograron movilizar todo el país en base a la identificación puntual de causas y demandas, no necesariamente de figuras. Por eso insisto: la pregunta no es Omar o Leonel; Abel o Zoraima, Yayo o Carolina. La cuestión es: ¿Cómo cada partido encarnará los intereses de este pueblo? ¿Cuáles serán los enfoques para resolver los problemas estructurales del país? ¿Quiénes, como colectivo, se la jugarían más y mejor para implementar políticas públicas integrales a beneficio de este pueblo? Hacer más que ser, ¡Esa es la cuestión!
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