La historia se escribirá en función del éxito que alcance su Gobierno, pero la realidad de la mañana del viernes estará siempre lejos de ser una sucesión de hechos ordenados. El nombramiento de François Bayrou como primer ministro de Francia se produjo en un extraño compás de improvisación, soledad en la torre de mando y, finalmente, de un proceso eliminatorio.