Perder para ganar. El canciller socialdemócrata Olaf Scholz se someterá este lunes a una cuestión de confianza con una derrota que se da por descontada y que él mismo busca. Es la única vía constitucional para adelantar las elecciones al 23 de febrero tras romperse la coalición de Gobierno, el trámite necesario para poner en marcha una campaña en la que el impopular Scholz quiere desmentir los sondeos adversos.