In memoriam:
Padre José Luis Alemán
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Es común escuchar: los estudios de los economistas, su modo de presentar momentos, coyunturas, situaciones, solo es comprendido por ellos, sus posiciones academicistas no permiten un entendimiento adecuado a la sociedad al momento de hacer públicos sus planteamientos.
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Esta premisa ha quedado replanteada con la publicación bibliográfica de Acemoglu, Johnson y Robinson, marcando un hito en el análisis economicista y mereciendo el Premio Nobel de Economía 2024, reconocimiento a la posibilidad de exponer tópicos económicos complejos, asequibles al entendimiento de cualquier sector de la sociedad, cumpliendo con sus objetivos, sin perder la rigurosidad científica-académica, invitando a los futuros economistas a continuar el uso y posible mejoría de su metodología, que sus estudios, hipótesis y hallazgos, no solo impacten en la academia, sino que lleguen a líderes, formuladores de políticas y millones de ciudadanos en todo el mundo afectados por decisiones donde la economía gravita de modo decisivo. Con este estudio, además, dejan los autores entrever que un cambio como el que los países emergentes tratan de lograr en sus sociedades, puede iniciar con una narrativa de un proceso caracterizado por una creciente desigualdad global donde la búsqueda de soluciones sostenibles a la misma, se han convertido en objetivo central de gobiernos, organismos internacionales y locales, estudiosos, etc. Y donde la temática institucional ha sido centro del debate dado su papel en el bienestar de las sociedades y cómo su estructura y calidad determinan el éxito o el fracaso de las naciones. Con su enfoque interdisciplinario, los autores demuestran que la prosperidad no solo depende de factores como recursos naturales o la geografía sino, fundamentalmente, de la eficiencia o no del sistema institucional que haya regido el desarrollo de un conglomerado social determinado y dejado sentado el argumento de que, las instituciones inclusivas, en un territorio determinado, fomentan la prosperidad del mismo al permitir la participación de un amplio sector de su sociedad en la economía y la política; mientras que, por el contrario, las instituciones extractivas perpetúan la pobreza y limitan las oportunidades de crecimiento, estabilidad y equidad a largo plazo del país donde opera. Esta visión redefine el entendimiento tradicional del desarrollo, teniendo como base de sustentación un marco institucional fuerte y justo, permitiendo, en consecuencia, construir economías saludables y naciones con un nivel adecuado de igualdad.
Existen casos de países que han logrado transformar instituciones extractivas en inclusivas, promoviendo el desarrollo sostenible y el bienestar colectivo. Por ejemplo, Corea del Sur y Singapur, Estonia, etc. son ejemplos de economías que lograron implementar reformas que transformaron sus instituciones y lograron reducir la pobreza y la desigualdad en poco tiempo. Estas experiencias muestran que el cambio es posible y que, aunque no existen soluciones fáciles, adoptar políticas inclusivas puede crear una base sólida para el desarrollo a largo plazo, entendiendo la transformación institucional un proceso intenso, como muestran los países referidos, traduciéndose en oportunidades reales para un crecimiento sostenible.
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