En el dia de hoy (13 de enero), la Iglesia conmemora el Bautismo de Jesús.
Este gran acontecimiento en la vida del Señor está narrado por los 4 evangelistas, que muy bien señalan que desde entonces inició el comienzo de su vida pública.
Al reflexionar sobre el Bautismo de Jesús, debemos considerar no solo el significado de su gran humildad, quien siendo impoluto quiso dar el primer paso para mostrarnos el camino de su seguimiento.
No olvidemos que El mismo dijo de sí: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».
Ahora, reflexionemos sobre la importancia del sacramento del Bautismo en la vida de cada cristiano.
El Bautismo es el sacramento que nos introduce a la vida de la gracia y nos confiere la nueva vida en Cristo. San Pablo explica en su carta a los romanos que, a través del Bautismo, somos sumergidos en la muerte de Cristo para resucitar a una vida nueva (Romanos 6:3-4) pasando de ser esclavos del pecado a ser hijos de Dios.
Sigamos profundizando en este sacramento: ser bautizados significa unirse a la comunidad de los creyentes, la Iglesia, donde nos nutrimos en la fe, en la esperanza y en el amor.
A través del Bautismo se nos limpia el alma del pecado original, y si se recibe en la fase adulta, todos los pecados.
El Bautismo infantil es muy recomendable, incluso recien nacidos, pues se fundamenta en la convicción de que Jesús mismo expresó esta intención cuando dijo «Dejad que los niños vengan a mí» (Marcos 10:14).
Este maravilloso sacramento de iniciación cristiana es también un llamado a vivir en la luz de Dios desde el inicio de nuestra existencia.
Va más allá de lo que es visible; es un compromiso profundo y personal que el bautizado asume y confirma valga la redundancia con el sacramento de la confirmación. Al bautizar a un niño, los padres están tomando una decisión consciente de incorporar a su hijo en la vida cristiana, y teniendo un buen criterio al seleccionar a sus padrinos unidos en el compromiso de educarle en la fe y guiarle en la experiencia sublime de encontrarse con Dios.
Además, el Bautismo en la infancia es un signo de la gracia abundante de Dios. Muchos podrían preguntarse por qué es necesario bautizar a un bebé que no entiende lo que está sucediendo. La respuesta radica en la naturaleza misma de la gracia: no es cuestión de entendimiento, sino de abrir las almas al don infinito de Dios.
Este sacramento es una manifestación del amor de Dios que se extiende a todos, sin distinción; nos expresa que la salvación es ofrecida a todos, y no depende de la comprensión humana.
Es muy importante motivar a aquellos que aún no han recibido el sacramento del Bautismo, ya sean adultos que reflexionan sobre su fe o padres que aún no han bautizado a sus hijos. Elegir el Bautismo es optar por la vida en abundancia, el acceso a los sacramentos, la pertenencia a la comunidad de fe y la promesa de formar parte del Cuerpo de Cristo. Hoy es un día magnífico para que valoremos aún más la belleza de este sacramento.
Si no hemos recibido el sacramento o si nuestras familias no lo han realizado, es un día propicio para decidirse a acercarse a Dios, y a su gracia.
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