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El discurso disruptivo de Trump y la realidad

Una tecnología es disruptiva cuando cambia las reglas de juego de un mercado, por ejemplo empresas-plataformas como Amazon, Uber, Airbnb, para citar algunas; en el caso del presidente Donald Trump, ha usado un discurso disruptivo, pretendiendo recuperar la hegemonía unipolar de los EE. UU., lo cual es imposible en un mundo multipolar, sin embargo, intentar aplicar algunas de sus propuestas provocaría daños a la economía global y perder aliados estratégicos.

El déficit comercial de los EE. UU. en 2023 alcanzó los US$773,000 millones, los países que en las últimas décadas han dado el salto al desarrollo, como los cuatro tigres de Asia, lo lograron en parte por contar con el mercado norteamericano para sus exportaciones y es lógico que Trump desee equilibrar la balanza comercial.

Aplicar aranceles a Canadá y México equivaldría a romper el Nafta (North America Free Trade Agreement), incrementar los precios en EE. UU. y estimular la inflación.

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En el caso de México el 80% de sus exportaciones van a EE. UU. Aranceles elevados y las deportaciones serían un duro golpe a esa economía; es lógico que Trump aplique aranceles para evitar la triangulación comercial China-México-EE. UU. y presione con la finalidad de que el gobierno de Claudia Sheinbaum coopere con el tema migratorio y sea más contundente contra los cárteles de la droga.

Canadá dedica el 76% de sus exportaciones a los EE. UU. y no parece razonable hundir con aranceles la economía de un aliado que no va a ceder su independencia.

En el caso de China, aunque exporta 14% a EE. UU., la guerra tarifaria se profundizará; pero pretender recuperar con aranceles la industria del automóvil y la manufactura frente a empresas competitivas, especialmente por los salarios, es una ilusión; el futuro es la tecnología y a eso debe apostar Trump para no perder esa carrera frente a China.

Ocupar militarmente el canal de Panamá o Groenlandia, por más estratégicas que sean para los EE. UU., sería retroceder a los tiempos del imperialismo y darían la justificación a China de ocupar Taiwán y Rusia países vecinos.

Trump podría negociar menores tarifas en el canal y detener el avance chino en el istmo, donde compró dos puertos uno a la entrada y otro a la salida y tiene en carpeta un ferrocarril y un muelle para almacenar gas natural,

Groenlandia ha sido un apetito desde la presidencia de Andrew Johnson, en los años sesenta del siglo XIX, también es estratégica para China y Rusia, con 2.2 millones de km2 es la isla más grande del mundo, territorio autónomo dependiente de Dinamarca, con grandes reservas de petróleo y gas natural, con el deshielo se abrirán nuevas rutas de navegación y tierras para el cultivo, pero Groenlandia no está en venta, Trump teme la independencia de ese territorio y deberá conformarse con algún acuerdo o instalar más bases militares.

La política migratoria será el sello principal de la administración, pero resulta imposible deportar 11 millones de inmigrantes ilegales, por la logística y temas legales, además afectaría actividades como la construcción y la agropecuaria; nuestro país sería perjudicado con un número indeterminado de deportados, pero nos libramos de las presiones de los gobiernos demócratas con el tema migratorio y Haití.

Una cosa es el discurso y otra la realidad. Es probable que Trump se deba mover entre lo punitivo y lo transaccional.

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