Algunas palabras en la frontera mexicana se han apagado con los días. Hay cosas que ya nadie dice más. “Ojalá se le ablande el corazón”. “Quizás espera mientras acomoda su Gobierno”. “Puede conceder una prórroga, un período de gracia, ¿no?”. En solo una semana, Donald Trump ha pulverizado la esperanza. El nuevo presidente de Estados Unidos ha cerrado la aplicación que servía para pedir asilo, ha anunciado un despliegue militar y aranceles del 25% para México y Canadá, ha tratado de quitar el derecho de nacionalidad por nacimiento y ha empezado a deportar. También ha proclamado: “Comienza la edad de oro de Estados Unidos”. No se lee igual del otro lado, donde el miedo y la incertidumbre no dejan dormir ni a migrantes ni a empresarios.