En la década de los 30, del siglo pasado, el mundo vivió uno de los episodios más oscuros en la economía global, conocido como “La Gran Depresión”, una crisis que se extendió por 10 años, aunque sus consecuencias se sintieron más allá.
Previo a ese episodio, el mundo vivía momentos de opulencia, luego de culminada la Primera Guerra Mundial, para finales del 1918, reorganizando la hegemonía universal y erigiéndose los Estados Unidos, como la primera gran potencia, en 1919.
Su fuerza y desarrollo, permitió un estallido de bienestar local, basado en el libre mercado y su pujante crecimiento, que se extendió, incluso, a gran parte de Europa.
Todo era color de rosas a la sazón, una banca que no hacía más que crecer, una producción que daba para generar esperanzas, incluso en las clases más humildes, todos, detrás del famoso “sueño americano”.
Para aquel entonces, los mercados de valores experimentaron su “boom” histórico, luego de que se implementaran las compras a crédito, es decir, por primera vez, los ciudadanos podían comprar ahora y pagar después, lo que hizo que cualquier persona tuviera la oportunidad de crecer económicamente, aunque en la práctica, solo hacía que se endeudaran más y más.
En ese contexto, los empresarios y banqueros vieron una gran oportunidad, debido al auge e impacto, motivando a los ciudadanos a comprar acciones de grandes empresas, cotizadas en la Bolsa de Nueva York, también conocida como Wall Street.
Básicamente, aquella zona movía la economía del mundo, (como lo sigue haciendo) y sus acciones fueron aumentando poco a poco, hasta que el lunes 19 de octubre del 1929, los mercados entraron en pánico y sus socios, desde magnates empresarios hasta el más humilde obrero, comenzaron a vender sus acciones.
Aquel episodio es conocido como “El Lunes Negro”, seguido después de varios desplomes más en el “Jueves Negro” (24 de octubre) y “Martes Negro” (29 de octubre), que hicieron que la burbuja estallara, dejando para 1933, más de 12 millones 800,000 desempleados, solo en Estados Unidos.
La motivación, en gran medida, fue la implementación de aranceles a productos importados hacia los Estados Unidos, una media que buscaba incrementar la producción local, algo que funcionó en los tiempos de bonanza, pero que se desplomó junto con el valor de las bolsas.
Es así como inició la Gran Depresión, que se extendió desde 1929 a 1939, dejando millones de personas en la quiebra, lo que hizo que aumentara la tasa de criminalidad, desempleo e incluso los suicidios.
El fantasma vuelve a asomarse
Sin embargo, 100 años después, la imposición de nuevos aranceles impuestos por la administración Trump, en su guerra comercial con China, ha hecho tambalear nueva vez los mercados, obligándolo a ralentizar su aplicación, por unos 90 días.
Washington ha aplicado incremento en las tarifas a productos importados desde Pekín, en hasta un 125%, a lo que el gigante asiático ha respondido con imposiciones de hasta un 84%.
Pero un intercambio de este tipo, no solo afecta sendos países, sino que, impacta a todo el globo terráqueo, incrementando el precio final de los productos y abriendo las puertas para una nueva ola de inflación.
La decisión del mandatario norteamericano, se ha basado desde su primer mandato (2017-2021), en el argumento de que Estados Unidos ha sido castigado con la imposición de aranceles, algo que, según manifiesta, se resolvería aplicando la misma medicina.
Pero esa misma medicina, es la que lo ha puesto en una situación complicada con relación a un aliado primordial como es Europa, que ha barajado responder con igual severidad a Washington, por temor, quizás, a romper el vínculo y entrar en una guerra que busca a toda costa evitar.
¿Y por qué Rusia no está en la lista?
La respuesta pudiera estar en la estrategia utilizada por Trump, que busca tener mayor acercamiento con el Kremlin, para que este sirva como contrapeso en su lucha contra China.
Es decir, no es lo mismo pelear con Pekín y Moscú, que pelear solo con China teniendo a Rusia jugando la de un tercero imparcial, una estratagema arriesgada, en un contexto difícil de predecir.
¿Y cómo afecta eso a República Dominicana?
Aunque pausado de momento, la República Dominicana entra en la lista de los 185 países a quienes se le aplicarán nuevos aranceles, con una base de un 10%, gravámenes incrementan en países que discrepantes con las políticas Trumpistas, como es el caso de Venezuela y Nicaragua, en la región.
Esto haría que la producción dominicana, especialmente zonas franca y agricultura, tenga que ajustar sus precios al mercado estadounidense, lo que afectaría de manera directa a los consumidores.
Actualmente, Estados Unidos es el principal destino de exportación desde Santo Domingo, con cifras que alcanzaron casi los US$7,000 millones de dólares, solo en 2024, incrementando en más de un 7% en comparación al año previo.
Esto deja en evidencia la importancia de las relaciones comerciales entre ambos países, aunque dentro de todo, sigue siendo la República Dominicana una las naciones menos afectados con la aplicación de la tasa base, en comparación con otras a quienes sí se les apretó el juego.
Pese a todo esto, al menos de momento, con mercados más fuertes que en los años 20, no parece haber indicios de que el mundo corra hacia una nueva “Gran Depresión”, aunque alguien tendrá que ceder, ya que resulta insostenible, que Estados Unidos y China continúen aplicándose cada vez más y más aranceles.
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