La libertad es un legítimo ejercicio del libre albedrío en el cual se pueden realizar las aspiraciones y deseos del individuo.
Pero difícilmente pueda realizarse la libertad individual en un pueblo o nación que estén sometidos a otra nación o grupo de poder.
Y aun en los pueblos donde existen garantías, la libertad de los ciudadanos está sujeta a la capacidad de cada persona de ejercerla.
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Por ejemplo, la libertad de compra, la libre elección de pareja, de ocupación, son de las que más se valoran en nuestras sociedades; sin embargo, la gran mayoría de los ciudadanos jamás ha tenido el acceso suficiente a los mecanismos que, como el dinero, se requieren para satisfacer sus deseos. Y a menudo siquiera pueden moverse hasta el hogar, la pareja o el automóvil deseados; ni siquiera verlos o tocarlos.
Por lo cual, las ideologías socialistas declararon el capitalismo como una farsa de los ricos y poderosos, y propusieron formaciones y tipos de sociedades en las que todos tuviéramos acceso a todo con completa libertad e igualdad.
En la carrera entre la propuesta liberal capitalista y la socialista, hasta el presente, el capitalismo lleva la ventaja.
El socialismo, sin embargo, no se rinde, y en países como China se ejercen formas de capitalismo auspiciadas por el Estado, pero solamente como un mecanismo de poder del partido gobernante y sus aliados más exitosos, mientras el ejercicio de la libertad y las aspiraciones individuales del pueblo están sometidos a recios mecanismos de control.
En nuestros países, el ciudadano común tiene pleno derecho de ejercer su voluntad, pero los grupos de poder suelen controlar el acceso a los bienes y placeres a los que aspiran las masas de ciudadanos, haciendo casi imposible para las mayorías siquiera acercarse a los resorts, hoteles y restaurantes de lujo; las joyas y automóviles costosos solamente serán vistos por los más pobres en la televisión y las redes, aunque muchos ciudadanos ni tienen televisor ni saben leer y jamás han tenido noticia de la existencia de esas cosas.
Frecuentemente, miembros de esas categorías o estrato sociales, usualmente de clases media, procuran imitar formas conductuales de bajo costo y medrar en la música popular y otras diversiones baratas; y es frecuente que aprendan a imitar y desarrollar formas conductuales de “ejercicio de su libre albedrío” cuyo costo es su propia auto negación y auto destrucción. En países avanzados, como USA, han desarrollado formas aspiracionales que se enmarcan en la libertad de opinión y en la libertad sexual, que rechazan los valores y creencias largamente establecidas. Conductas que, sin atentar contra el orden social predominante, tampoco promueven valores o aportes al desarrollo de proyectos humanos de ninguna especie, sino formas libertarias autodestructivas mediante un discutible ejercicio de libre albedrío que no conducen ni comprometen al individuo ni a la sociedad a soluciones que enriquezcan el bien común, ni siquiera la simple convivencia. Se trata más bien de un libre hacer medalaganario radicalmente contrario a los valores humanos por los cuales tantos fundadores de esta civilización sacrificaron sus vidas.
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