Cuando el cielo se reflejó en las aguas cristalinas del mar Caribe, nació el Larimar, una gema única en el mundo que solo se encuentra en la República Dominicana. Con su hipnótico color azul celeste, esta piedra semipreciosa atrae más miradas que el oro y evoca la belleza de una noche estrellada, como si Vincent van Gogh hubiera plasmado su esencia en ella.
Según el Museo Dominicano del Larimar, incluso antes de ser tallada en joyas, la piedra deslumbra con sus relieves externos en tonos grises, ocres y blancos, testigos de su origen subterráneo.
Esta singular roca fue descubierta el 22 de noviembre de 1916 por el sacerdote Miguel Domingo Fuertes en las cercanías de Barahona, y en 2011 fue reconocida oficialmente como la piedra nacional de la República Dominicana. Desde entonces, cada 22 de noviembre se celebra el Día Nacional del Larimar, en honor a su simbolismo como ícono de la identidad dominicana.
El Larimar, una rara variedad azul de pectolita, se forma a partir de material volcánico en la sierra de Bahoruco, creada hace 100 millones de años por erupciones volcánicas. Su viaje continúa cuando, al caer en el río Bahoruco, las aguas lo pulen naturalmente, perfeccionando su brillo característico.
Más allá de su uso en la joyería, el Larimar es un tesoro versátil. Su presencia aporta elegancia y serenidad a cualquier espacio, ya sea como una escultura minimalista en una sala de estar o como un objeto decorativo en un despacho.
La historia moderna de esta gema la conecta con Miguel Méndez, quien en la década de 1970 le dio su nombre al combinar “Larissa”, el nombre de su hija, con “mar”, en alusión al océano que refleja sus tonalidades. Admirada tanto por su belleza como por su espiritualidad, el Larimar se considera un talismán de serenidad, amor y armonía, mientras que otros lo ven como una fuente de fortaleza y alegría.
Más allá de su valor estético, el Larimar es el sustento de cientos de familias en Barahona, quienes lo extraen y comercializan, fortaleciendo la economía local. Este impacto social y cultural fue destacado en el documental “In Search of the Blue Heart” (En busca del corazón azul), de la periodista Amelia de Chams, quien exploró su relevancia como joya y símbolo nacional.
El Larimar no solo representa el Caribe, sino también la resiliencia y creatividad del pueblo dominicano. En su día, se le celebra como un emblema de la riqueza natural y cultural de la nación, un vínculo entre la tierra y las manos que lo convierten en una joya incomparable.
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