Con el inesperado adelanto electoral del pasado julio, Macron esperaba una clarificación del escenario político francés que reforzase su posición en la Asamblea Nacional. Los 247 diputados macronistas eran de largo la primera fuerza, pero no contaban con mayoría absoluta (289 diputados). Dando por sentado el cordón sanitario a la extrema derecha, la aritmética parlamentaria obligaba a la primera ministra, Elisabeth Borne, o bien a llegar a acuerdos con las demás fuerzas políticas (a su derecha, los 74 diputados de los Republicanos; a su izquierda, los 131 diputados de la Unión Popular de Izquierdas); o bien a recurrir a una singularidad del sistema parlamentario francés: el artículo 49.3 de la Constitución.