¿Tenemos o no conciencia de que la siguiente aseveración es verdad? “Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos…” (Hebreos 4:12).
Dada la posibilidad de no descifrar ni determinar el verdadero origen de la creación del universo, los científicos han expresado y mantienen que todo comenzó con el Big Bang. (Esta teoría postula que todo el espacio, el tiempo y la materia que conocemos se originaron a partir de este evento primordial. El universo comenzó en un solo punto, a partir de un grupo de diminutas partículas calientes mezcladas con luz y energía, y en cierto momento, comenzó a expandirse y a estirarse (Wikipedia).
Los hebreos, en sus sagrados libros, escribieron y enseñaron lo siguiente acerca de la Creación (Génesis 1: 1-2: “En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre el agua”. Se puede entender que, en esa etapa de la historia, el mundo era conocido como el contorno del mar Mediterráneo.
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Los profetas del Antiguo Testamento fueron conscientes de que la palabra tiene vida y poder, y por eso proclamaron los mandatos que entendían eran inspiraciones de Dios. Ellos no tenían temor ni vergüenza en decir lo que era la “Palabra de Dios”, el designio del Altísimo, el mandato divino.
Los cristianos han escrito y divulgado que el mundo fue creado por la Palabra (el Verbo), como dice (Génesis1:1); por tanto, creen que el Evangelio, san Juan 1:1 es acertado: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas, resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. ( S. Juan 1 RVR1960 Biblia | You Versión). Aún más concluyente, se dice que la Palabra fue encarnada en la Virgen María (Mateo 1: 18-22) y su concepción es Jesucristo: la “verdad y vida, el Salvador y Redentor de los creyentes”.
Además, en el Nuevo Testamento (Mateo 7:29), tenemos la aseveración de los oyentes de Jesús, quienes después de la alocución del Señor, en una sinagoga, los miembros de la congregación decían que “Él habla con autoridad”.
En nuestros días, el “poder de la palabra” la tienen y usan los más elocuentes y encumbrados personajes, especialmente los destacados obispos, clérigos y predicadores de las comunidades religiosas; y los políticos más influyentes usan el poder de los discursos para convencer y atraer a los votantes; los comunicadores usan sus alocuciones para influenciar en los oyentes, para convencerlos de aceptar sus persuasiones ideológicas o proposiciones políticas.
Los profesores y maestros también usan el poder de la palabra para inculcar enseñanzas a sus estudiantes e incitar voluntades.
Sin duda alguna, sabemos que “el poder de la palabra” tiene vigor para crear ideas, reforzar estímulos emocionales, influenciar en las virtudes, motivar sentimientos patrióticos, religiosos, ideológicos y toda clase de pensamiento, persuasión, convencimiento y acción en las personas.
Es propio tomar en consideración la Palabra de Dios para leer y asimilar, porque en ella hay poder y vida; alienta la fe, inspira la confianza, aclara el entendimiento, motiva el buen testimonio, propicia la felicidad, mejora la vida actual, y da seguridad de la vida eterna.
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