El inicio del segundo mandato del presidente Luis Abinader ha estado marcado por un ritmo frenético de anuncios, reformas y ejecuciones. Sus primeros 100 días reflejan una combinación de políticas ambiciosas, decisiones controversiales y promesas de un futuro más equitativo para la República Dominicana. En este periodo, se destacan avances en infraestructura, medidas de seguridad y políticas sociales, pero también críticas y desafíos significativos.
La reforma constitucional, proclamada el 31 de octubre, ha sido un hito importante para el presidente. Las modificaciones, como la unificación de elecciones y la ampliación de artículos que refuerzan la alternancia en el poder, buscan modernizar el sistema político. No obstante, el proceso ha dejado dudas sobre si la urgencia de esta reforma corresponde a las demandas inmediatas de la población, que enfrenta problemas más palpables como la inflación y la desigualdad.
La apuesta por proyectos como el monorriel de Santiago y el Sistema Integrado de Transporte en Santo Domingo reafirma el compromiso de Abinader con la modernización de la infraestructura. Estas iniciativas, si bien prometen transformar la conectividad del país, plantean interrogantes sobre su sostenibilidad financiera y el impacto social a corto plazo en comunidades vulnerables.
El endurecimiento de las deportaciones, especialmente de haitianos, ha sido una de las políticas más divisivas de su gestión. Mientras el gobierno defiende estas medidas como una respuesta a la presión migratoria, organismos internacionales y sectores locales han señalado preocupaciones sobre posibles violaciones a los derechos humanos. Este enfoque, aunque popular en algunos sectores, podría tener repercusiones en las relaciones internacionales y la cohesión social interna.
Erradicar el hambre: una meta ambiciosa para el 2028
El presidente ha reiterado su compromiso con el objetivo de «Hambre Cero» para el 2028. La reducción de la subalimentación del 8.7 % al 5.6 % en los últimos años muestra avances, pero alcanzar menos del 2.5 % requiere de un enfoque integral que incluya políticas económicas, agrícolas y de inclusión social. Es un objetivo noble, pero uno que será evaluado constantemente por su capacidad de traducirse en mejoras tangibles para las comunidades más afectadas.
Los programas «Escuelas Abiertas y Activas» y las estrategias de salud escolar reflejan un enfoque en las generaciones futuras. Si bien estas iniciativas son prometedoras, es vital que estén acompañadas de una mejora en la calidad educativa y un fortalecimiento del sistema de salud para garantizar su impacto a largo plazo.
El anuncio de Abinader de un «relanzamiento» de su gobierno genera expectativas sobre cuáles serán sus prioridades en los próximos años. La promesa de ampliar la clase media al 50 % y reducir la pobreza al 15 % son metas ambiciosas que requieren una ejecución impecable de políticas públicas y una gestión eficiente de los recursos.
Luis Abinader ha demostrado liderazgo y determinación en estos primeros 100 días, enfrentando desafíos con una mezcla de audacia y pragmatismo. Sin embargo, su éxito dependerá de la capacidad de su gobierno para materializar las grandes promesas en resultados tangibles para la población. La historia de su segundo mandato aún está por escribirse, y el presidente tiene la oportunidad de dejar un legado que trascienda más allá de las palabras y los anuncios.
Los dominicanos esperan que este sea un gobierno que escuche, actúe y transforme. Solo el tiempo dirá si estas expectativas se cumplen.
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