Por Paino Abreu Collado
El Lic. Carlos Despradel, competente economista dominicano, escribió recientemente sobre competencia desleal en la banca, refiriéndose a las desventajas de la banca privada frente al Banco de Reservas (Pág. 21 Listín Diario 26/11/24). Yo, de verdad, no veo mal ciertas ventajas del Banreservas como banco del Estado, siempre que cumpliera mejor el objetivo social que reclama Despradel al final de su artículo.
El Banreservas, aparte de que se ha convertido en una entidad financiera de carácter estratégico para la sostenibilidad del Estado Dominicano, es quizá la única empresa pública que funciona sin déficit y por el contrario, anualmente tiene superávit. El año pasado (2023), revela el propio Despradel, sus utilidades se elevaron a noventa y cinco mil setecientos millones de pesos, cifra nada desdeñable y por demás apetecible para el resto de la banca que desearía a toda costa incorporarla a su pastel.
El objetivo principal de los bancos privados es lucrar a sus accionistas. Como todo negocio, buscan ganar dinero para los dueños, lo cual no está mal. En cambio, la finalidad del Banco de Reservas no puede ser esa, pero su éxito, ventajas aparte, abre compuertas peligrosas que se deben controlar.
¿Cómo se distribuyen las ganancias netas del Banreservas? El Art. 7, Letra b), de la Ley 99-01 del 8 de junio de 2001, que modificó la Ley Orgánica 6163 del Banco de Reservas de la República Dominicana, responde la pregunta. Cito, casi textual: “………………………., el 60% se destinará a la cuenta de reservas del Banco, el 15% será utilizado para cubrir deudas del Estado y sus dependencias con el Banco y el 25% restante irá a la Tesorería Nacional para que el Poder Ejecutivo disponga”. En resumen, 60 % para el Banco y 40 % para el Estado.
Es correcto que el Banco acumule reservas para respaldar su propio desarrollo y que entregue parte de las utilidades a su único dueño que es el Estado. Pero esa relación de distribución no es correcta y debería ser invertida, porque es ilógico que la entidad en si misma gane más que su propio dueño.
Tanto dinero y tanto poder en manos de administradores fugaces, muchas veces beneficiarios políticos del partido de gobierno, que ni saben de banca ni han puesto ningún sacrificio ni esfuerzo en la institución, sumado a Consejos de Administración genuflexos, cooptados, crea tentaciones.
Por ejemplo, según mis fidedignos informes, un Ministro de Hacienda, aspirando a ser Administrador General del Banco preparaba el terreno para su llegada. Hace poco más de 4 años, en su condición de Presidente del Consejo de Directores, ese Ministro propuso y logró la aprobación de una “Política de pago de un bono especial como incentivo laboral al Administrador” de turno. Desde entonces, cada año el Administrador recibe el 1.5 % de las utilidades netas a partir de un monto mínimo base.
De acuerdo a la metodología establecida para calcular el bono especial, solo en el año 2023 el Administrador del Banreservas debió recibir por ese concepto la suma de 1,562 millones de pesos, centavos más, centavos o menos. Esto es algo escandaloso y sucede en un país donde el gobierno, aparenta no tener como pagar el subsidio a la prima del seguro agropecuario para la producción de alimentos.
Termino diciendo lo que todos sabemos, “el Banreservas es orgullo dominicano”. Obviamente, el mismo debe cumplir todas las obligaciones de una entidad comercial y financiera, incluyendo las impositivas, igual que la banca privada. Digo también que conviene modificar la Ley para poner controles o límites al Consejo de Directores, especialmente en su facultad de establecer remuneraciones a vinculados. Ahora bien, en lo que si estamos plenamente de acuerdo con don Carlos Despradel es en cuanto al objetivo social del Banreservas, siendo que sus utilidades “deberían ser más útiles” a la sociedad dominicana.
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