El Pew Research Center es un grupo no partidista de expertos estadounidenses con sede en Washington, D.C., que proporciona información sobre cuestiones sociales, opinión pública y tendencias demográficas que configuran a los Estados Unidos y al mundo.
Un reciente trabajo de dicho centro (Key facts about U.S. Latinos for National Hispanic Heritage Month) da cuenta de que entre 2010 y 2022 los inmigrantes dominicanos a Estados Unidos crecieron un 59%, llegando a casi 2.4 millones de personas. Este número incluye tanto a los inmigrantes dominicanos nacidos en la República Dominicana como a los descendientes nacidos en Estados Unidos.
Los inmigrantes dominicanos se encuentran entre las cinco poblaciones latinas más grandes en Estados Unidos y es una de las poblaciones de origen hispana, junto a los venezolanos y guatemaltecos, de más rápido crecimiento. En el período referido registraron un crecimiento de 910 mil personas, llegando a representar el 3.8% entre la totalidad de la inmigración latina, prácticamente igual a la cubana y a la salvadoreña.
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Durante los últimos 70 años, la República Dominicana ha tenido un importante crecimiento económico, en torno al 5%, promedio anual que ha permitido un aumento importante del ingreso por habitante, así como mejoras considerables en las condiciones de vida, incremento de la esperanza de vida, reducción de la pobreza, crecimiento de la clase media, desarrollo de una infraestructura habitacional de mayor calidad, etc. El país es calificado como de desarrollo humano alto.
Sin embargo, el alto flujo migratorio, que no sólo se ha producido hacia Estados Unidos sino también hacia otros países, pone de manifiesto que un crecimiento alto y sostenido durante décadas no elimina necesariamente las razones para la emigración, lo cual lleva a preguntarnos cuáles son los factores, tanto interno como externo, que la propician.
Hay que considerar que, a pesar del buen desempeño económico, el país no ha escapado a períodos de fluctuaciones económicas negativas como devaluación de la moneda, inflación y altas tasas de desempleo. Son condiciones que, en su momento, deterioraran las condiciones de vida de amplios segmentos de la población. Esa situación impulsó un importante flujo migratorio hacia Estados Unidos y España durante la década de los 80. A eso contribuyeron, además, las políticas de inmigración relativamente más abiertas que se pusieron en marcha en los Estados Unidos y el referido país europeo.
Un segundo factor fue la globalización que facilitó la movilidad internacional, especialmente a partir del 2010 cuando las políticas migratorias de Estados Unidos favorecieron la reunificación familiar, lo que favoreció que más dominicanos pudieran emigrar a ese país, destino preferido debido a la cercanía cultural y geográfica, así como por la existencia de una comunidad dominicana establecida que facilita la integración de nuevos inmigrantes.
Además, la economía de Estados Unidos ha tenido períodos de expansión que han ofrecido amplias oportunidades laborales en sectores que requieren mano de obra poco calificada, lo cual es atractivo para muchos dominicanos.
Adicionalmente, el sistema productivo dominicano no ha sido capaz de generar suficientes oportunidades laborales para la juventud y muchos de los empleos son de baja calidad. Esta situación, en un contexto en el que existe una generalizada percepción de que en los Estados Unidos hay mejores oportunidades para alcanzar el éxito personal y familiar, impulsa la emigración hacia ese país. Es el «sueño americano», un motor psicológico poderoso que propicia la emigración, incluso en contextos de crecimiento económico en el país.
También, factores como la inseguridad ciudadana, el limitado acceso a servicios públicos de calidad como salud, transporte público y educación, así como las limitadas oportunidades de ascender socialmente empujan a miles de dominicanos a buscar un entorno más estable y seguro en el extranjero.
Todo eso hace que emigrar a los Estados Unidos se perciba como una vía para que las familias accedan a mejores oportunidades educativas y profesionales para las siguientes generaciones.
De todo lo anterior se desprende que no basta sólo con crecer. Se necesita que el crecimiento sea inclusivo; que no sólo busque aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) del país, sino también garantizar que los beneficios de este crecimiento se distribuyan de manera equitativa entre todos los segmentos de la población. Que llegue a los más vulnerables. En gran medida, sería la respuesta a la débilmente resistible tentación a emigrar.
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