El mensaje de uso más extendido en las inminencias de la cena de Nochebuena y durante ella misma es intencionalmente solidario; con mucho de gestual formalidad estacionaria hacia el prójimo que tiende a quedar en lo efímero cuando no prosperan y se quedan en palabras las exhortaciones a la coincidencia ciudadana. Efectivamente, como dijo el presidente John F. Kennedy en un importante momento de Estados Unidos: “No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tú país”. Una reflexión pertinente en el marco del hogar y en las siguientes instancias de relaciones primarias que eslabonadas con continuidad conforman la nación desde sus bases. Se deploran sin pausas las ineficiencias del Estado y sus extensiones llamados a garantizar orden y progreso contra los males de la pobreza, el alto costo de la vida en un contexto de pérdidas del poder adquisitivo, imperfecciones del sistema educativo y el caos en la circulación vial, entre otros del que solo se libra la minoría asistida por franqueadores.
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Detrás de una parte de las ineficacias oficiales brillan como coadyuvantes comportamientos sociales contrarios al bien común que sin ser mayoritarios necesariamente demoran soluciones, algunas agudamente, como los que han imposibilitado, con unanimidad de rechazos a las reformas, llevar la presión fiscal a niveles razonables en un país de crecimiento económico extraordinario, exhibiciones patrimoniales de opulencia y muy concurridos centros de diversiones y de espectáculos artísticos con elencos internacionales que han convertido a Santo Domingo en permanente meca de las estrellas del arte popular. Un país en el que el parque vehicular crece anualmente con ribetes de costos elevados más que el índice de nacimientos. En el que una oleada de infracciones de tránsito apenas logra imponer respeto a los semáforos y a otras normativas trazadas para el buen fluir de los automóviles. Existen, contundentemente, demasiadas actitudes contra el imperio de la ley y reglas de convivencia. Que no podría avanzar a satisfacción en importantes órdenes solo con estarse deseando felicidades a diestra y siniestra sin contribuir a ella colectivamente.
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